Rabí Yeshúa ben Yosef

El Monte de las Bienaventuranzas, situado en las proximidades del Mar de Galilea, es uno de los lugares más visitados por los cristianos durante su peregrinación por Tierra Santa. Según la tradición cristiana, es el lugar en el que Jesús predicó el llamado Sermón del Monte, que incluye sus principales enseñanzas. La misma tradición relaciona el monte con el lugar en el que Jesús escogió a los doce apóstoles.

Vista del Mar de Galilea y del Valle de Genesaret (Kinéret)
desde el Monte de las Bienaventuranzas

La sección más conocida del Sermón del Monte es la que contiene las Bienaventuranzas. Se trata de nueve oraciones que comienzan con la expresión "bienaventurados" o "dichosos" (Mateo 5:1-11):

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos los que sufren, porque ellos serán consolados.
Dichosos los humildes, porque ellos herederán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía.

Los recursos empleados por Jesús para predicar a sus seguidores no son novedosos en la tradición judía. En Salmos 27:10 está escrito: "Y el impío no existirá más. Mirarás al lugar donde estaba y verás que no está más. Pero los humildes heredarán la tierra". Y en Isaías 61 el profeta proclama "buenas nuevas al humilde" para "consolar a los que sufren".

Resulta evidente que Jesús estaba familiarizado con los escritos del salmista y del profeta, ya que se basa en los textos del Tanaj para predicar sus bienaventuranzas. Más adelante, también como parte del Sermón del Monte, Jesús deja clara su postura sobre el judaísmo: "No penséis que he venido a derogar la Torá y los Profetas; no he venido a derogar, sino a cumplir. Porque os aseguro que, mientras no pasen el cielo y la tierra, ni un punto ni una coma desaparecerán de la Torá hasta que todo se cumpla. Por tanto, el que quebrante una sola de estas mitzvot, por pequeña que sea, y lo enseñe así a los hombres será tenido por el menor en el Reino de los Cielos. Pero el que las cumpla y enseñe será tenido por grande en el Reino de los Cielos" (Mateo 5:17-19).

Jesús vino a cumplir la Torá. Y enseña que aquel que quebrante las mitzvot de la Torá será tenido por el menor en el Reino de los Cielos. El versículo del Evangelio de Mateo no deja lugar a dudas: Jesús no vino a abolir la Torá. De este modo Jesús cumplió el mandamiento entregado a Moisés: "No añadiréis ni quitaréis palabra de cuanto os prescribo, sino que guardaréis los mandamientos del Eterno vuestro Dios" (Deuteronomio 4:2).
 
Sermón del Monte, óleo de Carl Heinrich Bloch (siglo XIX)

El Sermón del Monte también incluye la fórmula de la regla de oro del cristianismo: "Por tanto, todo lo que queráis que hagan con vosotros los hombres hacedlo vosotros con ellos, porque en eso consisten la Torá y los Profetas" (Mateo 7:12). Esta fórmula, que resume toda la Ley, fue establecida por Hillel el Sabio varias décadas antes del nacimiento de Jesús.

Cuenta el Talmud de Babilonia que en cierta ocasión un gentil se acercó a Hillel para que le resumiese la Torá en una sola frase. Su respuesta: "No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Todo lo demás son comentarios." Hillel fundó en el siglo I a. C. una escuela liberal de interpretación de las escrituras, basada en el cumplimiento de las normas éticas, en la piedad personal, en la humildad y en la preocupación por el prójimo.

¿Pudo Jesús de Nazaret ser discípulo de Hillel el Sabio? Es probable. Sus enseñanzas del Sermón del Monte demuestran que Jesús tenía una importante formación rabínica, y tal vez pertenecía a la escuela de interpretación de la Torá de Hillel, opuesta a las normas rígidas y estrictas de la escuela de Shamái.

La relación entre las bienaventuranzas del cristianismo y la tradición judía también está presente en la liturgia. Existe una oración en el judaísmo compuesta por tres frases que comienzan con las expresión "ashréi", que significa, precisamente, bienaventurados. Esta oración, de acuerdo a la halajá, debe ser pronunciada dos veces en el rezo de la mañana y una vez en el rezo de la tarde, es decir, tres veces por día. Esto implica, curiosamente, que los judíos observantes pronuncian cada día nueve bienaventuranzas, el mismo número de bienaventuranzas que Jesús pronunció en el Sermón del Monte.

Ashréi yoshevéi beiteja, od yehaleluja, sela.
Ashréi haam shekaja lo, ashréi haam she Adonái elohav -
Dichosos los que moran en tu casa, siempre te alaban.
Dichoso el pueblo que está en esa situación; dichoso el pueblo cuyo Dios es Adonái (x3).

Dos mil años de tradición cristiana han conseguido desjudaizar casi por completo la figura de Jesús. Pero lo cierto es que sus enseñanzas bien podrían tener cabida en la Mishná. Y Jesús -Rabí Yeshúa ben Yosef- bien podría ser considerado un taná de renombre en el judaísmo.
 
En el monte, además de disfrutar de una excelente panorámica del Mar de Galilea y del Valle del Kinéret, se puede visitar una iglesia de la Orden Franciscana, financiada por la Italia fascista de Benito Mussolini y diseñada por el famoso arquitecto Antonio Barluzzi. Pero eso ya es tema para otro post. 

Iglesia de las Bienaventuranzas, diseñada por el arquitecto Antonio Barluzzi


Tres religiones

Luego que Saladino conquistara Jerusalén de manos de los cruzados en el 1187, la mayoría de las iglesias de la ciudad fueron destruidas, incluyendo la Iglesia de Santa María en el Monte Sión. Sin embargo, un sector de dicha iglesia se salvó de la destrucción: el edificio donde se encuentra la Tumba del Rey David (primer piso) y el Cenáculo o Sala de la Última Cena (segundo piso). Debido a que David y Jesús también son figuras importantes para el Islam, considerados como profetas que precedieron a Mahoma, conocidos por los musumanes como Nabi Daud y Nabi Isa.

En el Siglo XIV, casi cien años después de la caída final de los cruzados, la Iglesia Católica volvió a poner pie en Jerusalén. La Orden de los Franciscanos creó la Custodia de Tierra Santa, que hasta el día de hoy representa al Vaticano en los lugares sagrados. El primer sitio que recuperaron los franciscanos fue el Cenáculo. Pero surgieron disputas entre judíos y cristianos por la propiedad legal del lugar. La tensión llegó a tal grado que el Papa prohibió a los mercaderes italianos que transportaban peregrinos a Tierra Santa llevar judíos. Los judíos que eran descubiertos viajando de incógnito eran arrojados al Mediterráneo. A fines del siglo XV las autoridades mamelucas resolvieron la disputa echando a judíos y a cristianos por igual, convirtieron al edificio en mezquita, la entrada a los no musulmanes quedó prohibida hasta fines del siglo XIX.

El Cenáculo. A la derecha se puede ver el mihrab, elemento típico de una mezquita.
Indica la kibla, la dirección en la que deber rezar el musulmán: La Meca.

Los británicos conquistaron Jerusalén en 1917, por primera vez después de casi 700 años la Ciudad Santa estaba de nuevo bajo autoridad cristiana (protestante). El Váticano, que hasta el día de hoy no ha cesado de reclamar la propiedad sobre el Cenáculo, consideró que las nuevas circunstancias ameritaban intentarlo de nuevo. Benito Mussolini en persona intercedió ante los británicos, pero no hubo caso. 

Tras la Guerra del 48, Jerusalén quedó dividida en entre israelíes y jordanos. La Tumba de David cobró una renovada importancia para los judíos, quedó como el lugar más sagrado de Jerusalén en manos israelíes, puesto que la Ciudad Vieja con el Monte del Templo y el Muro de los Lamentos quedó en manos jordanas. Sin embargo era complicado para los judíos llegar a rezar al lugar sin pasar por territorio jordano. Los jordanos se oponían a que Israel construyera una vía de acceso alternativa sobre suelo israelí, alegando que eso sería una violación al acuerdo del cese del fuego. Pero lo que negaban a Israel no podían negar al Papa Pablo VI, en su honor fue pavimentada la calle "Camino del Papa", por la que el pontífice llegó al Cenáculo durante su histórica visita a Tierra Santa en 1964. Jerusalén fue reunificada bajo gobierno israelí luego de la Guerra de los Seis Días en 1967. Desde entonces volvió a ser posible llegar al Monte Sión desde el Monte de los Olivos y desde la Ciudad Vieja.

El Camino del Papa
Recién en 1995 el Vaticano reconoció oficialmente al Estado de Israel y se procedió al intercambio de embajadores. También en esta oportunidad la Santa Sede pidió que el Cenáculo le sea devuelto, a lo cual Israel se negó. A diferencia de la Tumba de David, el Cenáculo no tiene interés para los judíos, me pregunto si el edificio se podría llegar a dividir como se ha hecho con la Tumba de Samuel, donde los judíos rezan en el subsuelo mientras que los musulmanes rezan en los pisos superiores. Pero si Israel entregara el Cenáculo a la Iglesia Católica eso podría causarnos problemas diplomáticos con los países cristianos no católicos.

Hoy en día el Cenáculo está abierto a los visitantes de todas las religiones y es uno de los sitios más visitados de la ciudad. Para los peregrinos cristianos es una parada obligatoria, incluso los grupos judíos suelen visitarlo de paso cuando van a la Tumba de David. El Cenáculo está bajo la autoridad del Ministerio de Asuntos Religiosos del Estado de Israel, no funciona como iglesia y no se celebran allí misas, salvo en ocasiones excepcionales, como las visitas de los Papas. Algunos grupos católicos celebran misa en el monasterio vecino, también llamado Cenáculo, el lugar más cercano a la anhelada antigua sede de la Custodia de Tierra Santa al que han podido llegar a instalarse los franciscanos.

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